En
2013, el artista cubano Erik Ravelo junto con el director artístico brasileño
Daniel Ferreira lanzaba su último trabajo fotográfico, que causó mucho efecto
internacional, sobre todo en las redes sociales después de incluso haber sido
censurado por Facebook.
Se
trata de Los intocables, una serie de fotografías que muestran niños y niñas
crucificados en la espalda de sus supuestos opresores. Cada uno de ellos
representa una realidad social distinta que nos lleva desde Japón a los Estados
Unidos, pasando por Tailandia, el Vaticano, Siria y Brasil.
Erik
Ravelo es un artista muy crítico con la sociedad, conocido anteriormente por la
polémica campaña Unhate que realizó para Benetton y en la que se veían
diferentes líderes mundiales besándose: como el presidente de los Estados
Unidos, Barack Obama, y su homólogo de China, Xi Jinping.
Ésta
vez, sin embargo, Ravelo y Ferreira han decidido hacer reflexionar de manera
contundente sobre el maltrato infantil a escala mundial a través de la
crucifixión personal.
Haciendo
referencia directa a la crucifixión de Jesús, los artistas han fotografiado a
siete niños y niñas con diferentes identidades crucificados en la espalda de
sus supuestos respectivos maltratadores. Cada una de las imágenes, nos trae a
una situación mundial diferente, aunque no menos extrapolable: la prostitución
infantil de Tailandia, el tráfico de órganos de Brasil, la guerra civil de
Siria, la pedofilia practicada por parte de la iglesia cristiana, la libertad
de armas en Estados Unidos, la obesidad infantil causada por cadenas la
promoción de la comida rápida y, finalmente, el accidente en la central nuclear
de Fukushima.
Las
imágenes de Los intocables son, a primera vista, sencillas y
coloridas pero no menos impactantes. Al observarlas, vemos que sus
protagonistas no son personas identificadas, sino que Revelo y Ferreira nos
dejan entre la simbología y la denuncia social. Esto es gracias a la decisión
de pixelar la cara de los niños y niñas y de poner a los hombres que
representan la cruz de espaldas, de manera que se les puede identificar.
Tenemos
así, ante nosotros, una clara mezcla de arte y comunicación en búsqueda de una
sociedad más justa: esta vez reclamando la protección de los derechos
invulnerables de los niños y niñas.